La Vega fue la cuarta población en pronunciar el grito redentor de “VIVA LA REPUBLICA DOMINICANA” en el 1844 y unirse a los demás pueblos para defender con las armas la libertad recién adquirida, pero una vez pasados los días inquietantes de las amenazas haitianas, la población retorno a su vida normal, con esa dulce monotonía de los pueblos.
Los días transcurrían en La Vega, con una extraña bucología urbana, negociar y trabajar seis días de la semana, para el séptimo engalanarse, unos con ropa bien almidonada y planchada, cuellos duros, leontinas de oro sobre el vientre, camisa con botonadura de piedras preciosas engarzadas en oro o plata, bastón con puño de marfil o plata; ellas, vestidos de muselina y encajes, torturante corceles para embellecer la figura, abanicos de seda china y sombrilla de seda europea; otros con ropa de dril, sombrero de cana y pañuelo de algodón; otras con falda de alistado y blusa de algodón, mientras una flor engalana su cabeza por detrás de la oreja. Para unos, caballos de fino con silla española y espuelas de metal precioso, para otros burros o mulos con aparejo.
En La Vega de los dones, de esos señores de quien nos habla Don Federico García Godoy de la siguiente manera: “decidores y campechanos y casi todos aficionados a bromear y a divertirse de lo lindo; que no faltan a baile, parranda, boda o velorio, y que en las noches obscuras y lluviosas acostumbran salir a sus cotidianas visitas bien, encapotados y llevando siempre bajo el brazo el sable o la larga espada de cazoleta”.
A esa Vega, llegó en marzo del 1861 enviado por el General Pedro Santana desde Santo Domingo, Miguel Lavastida para pronunciarla a favor de España, pronunciamiento que tuvo efecto el 23 del mismo mes, siendo el general Juan Álvarez Cartagena quien lo efectuara con la colaboración del sacerdote Dionisio de Moya, si3endo el resto de la provincia también pronunciada a favor de España, Moca y San Francisco de Macorís el mismo 23 por los generales Bernardo Reyes y Juan Esteban Ariza, el 24 lo es jarabacoa por el general José Duran y el sacerdote Domingo Mota, Bonao y Cotui por el coronel Manuel Álvarez y el general José Valverde respectivamente.
No hemos podido encontrar documentos que nos expliquen como transcurrió la vida en esta población durante la anexión; acontecimiento d que tuvo sus aliados y sus enemigos, pero de seguro que la mayor parte de los pobladores de La Vega si primero la desearon, luego la repudiaron, prueba de los mismo es que en la noche del 26 de agosto de 1863, a solo 10 días del Grito Redentor de Capotillo, la Plaza de Armas de La Vega, oyó de nuevo el grito vibrante de “VIVA LA REPUBLICA DOMINICANA”, lanzado al aire por Basilio Gil y sus compañeros, de los cuales solo se recogen en la historia los de el jamero Abad, José y Miguel Custodio Abreu (hermanos de Sabaneta), Pedro Blanco, Manuel Mejía, Dionisio Troncoso y Magdalena Sánchez; grupo de héroes que se lanzan al ataque de la Comandancia de Armas en donde están el Coronel Juan Estebán Roca y unos 90 hombres, razón por la cual el ataque es rechazado y hay que lamentar la perdida de la vida del Soldado de la Patria Basilio Gil.
Es así como La Vega penetra en la Guerra de Restauración. En ese mismo año llega a La Vega enviado por el Gobierno Restaurador, el General Gregorio Luyeron para movilizar toda la provincia; de inmediato despacha al General Duran con fuerzas de Taveras y jarabacoa, las cuales son reforzadas con hombres de La Vega, Moca y Macorís, con rumbo a San Juan de la Maguana por el camino de Constanza; al Coronel Pedro Casimiro con una columna sobre San Cristóbal por el camino de piedra Blanca; nombra a los Coroneles marcos Trinidad, Basilio Gavilán, Estebán Adames y Eugenio Manzueta, Generales de Brigada y de inmediato los envía a cubrir puestos en Yamasá; Al Coronel Olegario Tenares lo envía a maluco cerca de Boyá para que ocupe esa posición, al Coronel Dionisio Troconso, al Comandante Santiago Mota y al Capitán Pedro Boyer les encarga ocupar Bermejo, para la cual les entrega fuerza de Macorís y Cotui, así como una pieza de artillería, dándole también al Coronel Eusebio Nuñez el encargo de ocupar las cercanías de Samaná.
Luyeron les solito a los habitantes de La Vega un empréstito para la compra de armas y pertrechos, enviando la suma recogida de inmediato al Gobierno Restaurador que tenia su sede en Santiago.
Es así como La Vega con sus hombres se adentra en los campos gloriosos de la lucha restauradora de la soberanía nacional, de esos hombres,
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