lunes, 27 de septiembre de 2010

LOS SIMBOLOS PATRIOS

Cuando en el alma humana existe un sentimiento que no acaba de tomar una forma precisa, el hombre inventa una representación es así como nace un símbolo.

Es por eso que los hombres crean los símbolos que van a representar la tierra en que nacieron, la nación que los vio crecer, los lazos espirituales que los van a unir; surgen entonces las banderas, los escudos y los himnos.

EL HIMNO, canto que hace que la piel se nos engranoje cuando lo escuchamos fuera del lar nativo. Cómo fue el primero?, Cuándo lo cantaron?. Fue un canto religioso o guerrero?. Nació acaso en la garganta de un sacerdote que agradece favores a sus dioses o en los pechos de guerreros que victoriosos, entonan victorees a sus celestes protectores.

Imposible es saberlo, lo que si se conoce es que en la literatura sánscrita hay trozos que son himnos, algunos religiosos pero con un fuerte carácter agresivo de inclinación y tonos bélicos.

En los egipcios encontramos que el himno une lo religioso y lo nacional, ejemplo de esto lo tenemos en su Himno al Nilo, el cual nos dice lo siguiente:

Adoración para ti Oh Nilo!
a ti, que has formado este país
corriendo mansamente y vivificando a Egipto.
Eres, Oh Nilo!, don de Dios.
Por Dios y por ti, seremos grandes y fuertes.

Los hebreos retornaron el himno a la primitiva religiosidad y crean poemas musicales muy bellos, como en el caso de el De Prefundís (Salmo 129).

De lo profundo te invoco, Oh Yavé
Oye, Yavé, mi voz; Estén atentos tus oídos
a la voz de missúplicas
Si gyardas, Oh Yavé!, la memoria de los delitos,
quien, Oh Señor!, podrá subsistir?
Pero eres indulgente,
Para que seas reverenciado con temor.
Yo espero en Yavé,
mi alma espera sus promesas.
Espera mi alma a Yavé
mas que el alba los centinelas nocturnos.
Mas que el alba los centinelas nocturnos espera
Israel a Yavé
Porque de El viene la misericordia y generosa redención.
El, pues redimirá a Israel de todas sus iniquidades.


En Grecia, el himno se individualizo, siendo cantado por los sacerdotes y los rapsodas (hombres que iban de pueblo en pueblo recitando poemas), mientras que el pueblo escuchaba; entre los romanos sucedió lo mismo.

Con la persecución del cristianismo, los himnos retornan al pueblo, debido a que el mismo une los cristianos mientras marchan al sacrificio; estos himnos cantados por grupos llegan al medioevo, siendo posiblemente ejemplos de estos aquellos que salieron de monasterios y han llegado hasta nuestros días, como en el caso del Te Deum Laudamus, de San Ambrosio y San Agustíny el Dies Irae.

Lo raro es que los cruzados y los conquistadores no tomaron canciones como himnos, y si lo hicieron, no hay testimonios ni orales ni escritos hasta la fecha que nos lo indiquen.

El jalón de donde parte la simbología actual de los himnos nacionales lo encontramos en La Marsellesa.

Nuestra republica, al igual que casi todas las demás republicas, no tuvo un himno al nacer, ni en las primeras cuatro décadas de su existencias; en los actos oficiales se tocaban la Marcha Real Española, el Himno Ingles, la marsellesa u otra marcha militar, de acuerdo al gusto del gobernante de turno, esto acontecía así, aun cuando a principios de marzo del 1844, Don Félix Maria del Monte escribió un himno al cual el coronel Juan Bautista Alfonseca le puso música.

En el 1883, Don José Reyes se acerco al poeta Emilio Prud’Homme solicitándole que escribiera unos versos para un himno, a lo cual el accede y el 17 de agosto del mismo año en la logia Esperanza, sita en la calle Las Mercedes #4, en un acto lírico-cultural tiene efecto la primera interpretación publica del mismo, para tal efecto el maestro Reyes habia preparado una orquesta con 11 instrumentistas, incluyéndolo a el, que la dirigió, dicha orquesta estuvo formada por José Pantaleón Soler y Mariano Arredondo, violines; José Reyes, cello; Mollet, contrabajo; Manuel Martínez, bombardino; Juan Fco. Pereyra y Alfredo Máximo Soler, clarinetes; Julio Acosta y E. Affigne, flautas; L. Polanco, trompa y Marcelino Henríquez, bajo; la parte vocal estuvo a cargo de un coro de jóvenes. En el 1884, a la llegada de los restos de Juan Pablo Duarte, volvió el himno de Reyes y Prud’Homme a ser interpretado durante la caminata que se efectuó para llevar dichos restos a la catedral.

A partir de ese año no volvió el himno a ser interpretado, luego el 27 de febrero de 1887, gobernando Ulises Heureaux, en horas de la mañana salieron desde la Fortaleza del Ozama, los músicos de la Banda Militar tocando dicho himno, mientras eran repartidas unas hojas con las letras impresas.
A la llegada de Lilís a la catedral, un batallón comandado por Manuel de Jesús Lovelase le rindió honores, mientras la Banda Militar de Música interpretaba el himno de Reyes y Prud’Homme, efectuándose igual ceremonia cuando el presidente salio de oír el Te Deum en la Catedral.

En el 1890, encontramos que se menciona dicho himno en un acto oficial, siendo esta la primera vez que se hace mención del mismo en un acto del Estado, esto ocurrió cuando apareció el programa de inauguración de los edificios que alojarían la Comandancia del Puerto y de la Aduana de Santo Domingo, lo cual aconteció el 27 de febrero del citado año.

A partir de esa época se puede escuchar el himno dos veces al año en actos oficiales.

Hay una anécdota sobre nuestro himno, la cual se le atribuye al maestro Reyes, siendo la siguiente: Un día el Maestro oye que un burrero va silbando el himno cuando para frente a su casa, de inmediato marcha para donde Prud’Homme a decirle. Hemos triunfado!, Acabo de oír a un borriquero silbar nuestro himno!. Ya si llego al pueblo!.
En el 1894, al conmemorarse el 50 aniversario de la Independencia, es escuchado con cierta frecuencia el himno.

En los año de 1897, 1923 y 1934, surgieron polémicas con respecto a la letra de Prud’Homme y su calidad artística, dentro de los debates surgidos, el Listín Diario convoca un certamen para escribir una nueva letra, esto provoco la intervención del diputado por Monte Cristi, Rafael García Martínez, que presenta el 30 de abril de 1897 un proyecto de ley, mediante el cual solicitaba la oficialización del Himno de Reyes y Prud’Homme, debido a la popularidad que habia alcanzado el mismo, además de que era tocado en los actos oficiales y privados. El proyecto de ley fue aprobado por el Congreso el 7 de junio de ese mismo año, pero fue engavetado al llegar al Poder Ejecutivo.

Quiero señalar que Compostela de Azua fue el segundo pueblo del país en donde se escucho e l himno y Puerto Plata el tercer, popularizándose en el Cibao luego de la inauguración del ferrocarril Puerto Plata-Santiago, efectuada el 16 de agosto de 1897.

Hasta el 1899 el himno no se cantaba en las escuelas, ninguna ley orgánica de educación tenia algo relacionado con el himno nacional en las escuelas, así como los planes de estudios, es en el 1902, cuando aparece en la Gaceta Oficial #1456 la Ley de Estudios que instituye, por primera vez la enseñanza del Canto en las Escuelas del País, sin embargo en el 1900, bajo la dirección de Don Federico Henríquez y Carvajal y del Sr. Eugenio Maria de Hostos, que Don José de Jesús Ravelo empezó a ejercer el cargo de maestro de Canto en La Escuela Normal. Siendo así, que a partir del 1900 en que en nuestras escuelas empieza a cantar el Himno y canciones escolares.

Pero es en el 1934, cuando es oficializado el Himno Nacional por gestión del presidente Rafael Trujillo, quien mediante el oficio #10386 de fecha 3 de mayo de ese año, remite un proyecto de ley al Congreso, mediante el cual solicita que se declare como Himno Oficial de la Republica Dominicana, el de los Señores José Reyes y Emilio Prud’Homme, dicho proyecto fue aprobado el 29 del mismo mes y promulgada la ley con el #700 al día siguiente.

De nuestro himno se ha dicho que gano un segundo lugar en un certamen efectuado en Francias, quedando La Marsellesa en primer lugar; sobre esto el Dr. Manuel de Jesús Troncoso de la Concha expresa los siguiente: “en la exposición celebrada en Milán en el 1906, se tocaron varios himnos, siendo el nuestro el segundo en ser ejecutado, esto salio en la prensa nacional y el pueblo le adjudico de inmediato un segundo lugar entre los himnos del mundo”.

Hemos hablado algo del canto a la Patria, de la sublime oración que entonamos ensalzando las glorias de nuestro suelo, ahora diremos algunas cosas del lienzo sagrado, del celo que cubre el sagrario de los dominicanos, de esa enseña que nos llena de orgullo cuando la vemos tremolar en aires extranjeros. Las primeras banderas fueron a lo mejor pequeñas figuras, animales, pieles, cráneos u otros objetos colocados en el extremo de un mástil o lanza.

Ejemplo de esto lo tenemos en los faraones que aparecen en pinturas y esculturas con abanicos de plumas marchando al frente de sus tropas y en las representaciones de aztecas que van a la guerra agitando plumas de quetzal; también lo encontramos en los asirios con sus discos con un toro corriendo y en los hititas que marchan a la guerra con el emblema de una águila de dos cabezas, en tanto que Atenas exhibía un mochuelo y Esparta las imágenes de Cástor y Pólux, también vemos este emblema representativo en el velo púrpura que según Homero ondea Agamenón frente a Troya cuando quería reunir a su alrededor a los griegos, siendo este paño quizás la primera b. nuera en la historia de la humanidad; luego encontramos a los romanos con la famosa insignia de las legiones, el Águila Romana, pero quizás de todos esos estandartes posiblemente el que mas se acerca a la actual bandera, es la enseña de la caballería romana, que era una especie de perdón.

Sin embargo, el significado que tienen las banderas en la actualidad, se inicia con el lábaro que uso Constantino en la batalla contra Magencio, el cual tenía una inscripción, la cual habia visto Constantino en el cielo, mientras una voz le decía que con ese signo vencería.

El termino bandera, que hoy usamos para designar el estandarte de una nación o de una institución, puede que derive de Banda, cinta usada como distintivo, palabra esta que a la vez procede del termino Bandi que quiere decir lazo. Los árabes fueron los primeros en unir la bandera al asta en la forma que lo hacemos hoy día, esta manera de portarle se conoció en Europa durante sus correrías de guerra.

En relación con la bandera de nuestra nación, sabemos que la misma es el resultado de las ilusiones de Juan Pablo Duarte, que al redactar el Juramento Trinitario escribió un párrafo que dice: “la cual tendrá un pabellón en cuartos encarnados y azules, atravesados por una cruz blanca”.
Algunos historiadores dicen que al Duarte concebir nuestra bandera, lo que hizo fue colocar una cruz blanca sobre la bandera de Haití como símbolo de union de razas, ya que Dessalines habia arrancado dicho color de la francesa al formar la haitiana, y que la eliminación del blanco lo habia hecho como símbolo de su odio hacia los blancos, al quitar dicho color además habia horizontalizado las franjas azul y rojo mediante un giro de izquierda a derecha, esta cruz banca pudo haberla tomado Duarte del habito de los dominicos.

Sobre la confección de la primera Bandera dominicana, Emilio Rodríguez Demorizi y Alcides García Lluberes sostiene que la misma fue confeccionada por la señorita Concepción Bona y Hernández, vecina del Baluarte, ya que vivía en la hoy calle Palo hincado, siendo ayudada por su prima Maria de Jesús Pina y Bénites. Concepción Bona era hija de Ignacio Bona, uno de los firmantes del Manifiesto del 16 de enero de 1844, sobrina del prócer febrerista Juan A. Pina y prima hermana de uno de los fundadores de La Trinitaria, Pedro Alejandrino Pina. Sin embargo, esta bandera de Concepción Bona no fue la que Sánchez enhestara como emblema de la naciente republica, pues en la madrugada del 28 de febrero cuando los patriotas dominicanos saludaron con vivas y disparos al aire la naciente nación, era una haitiana la que flotaba de acuerdo a testimonios de historiadores dominicanos y haitianos.

En los pueblos del interior no aparecieron banderas al momento de proclamar la separación, ejemplo de esto nos lo da Don Jacinto de Castro en sus notas escritas en el 1848, cuando expresa: “Estando en estas cuestiones llega Joaquín Objió a quien habíamos mandado a saber, acompañada de Bois Diverge (el General Antonio Duverge) llevando la Capitulación, inmediatamente sin aguardar nada corrimos a la plaza de armas, se proclamo la independencia y se le puso la cruz a la bandera (BAGN/#26-27, pág. 100, 1943).

Sin embargo, en esta ciudad si habia una bandera confeccionada cuando llegaron los emisarios de Santo Domingo con la noticia de la separación, Don José Gabriel García en su historia expresa lo siguiente al respecto: “Pero al llegar el día 4 a la primera de estas poblaciones, donde lo encontró todo preparado, y hasta la bandera hecha por las señoritas Villa…”.

La bandera que floto en la goleta La Leonor, barco que trajo a Duarte de regreso a su tierra, según don Vertilio Alfau Duran fue confeccionada por Isabel Sosa, esposa del General Juan Bautista Cambiaso.

Sobre los colores de la misma, oigamos lo que nos dice el Art. 194 de la Constitución del 6 de noviembre de 1844: “El pabellón mercante nacional se compone de los colores azul y rosado, colocados en cuarteles esquinados, y divididos por el centro por una cruz blanca de la mitad del ancho de uno de los otros colores, que toque en los 4 extremos. El pabellón de guerra, llevara además las armas de la República en el centro”.

Estos fueron los colores de la bandera hasta el 1874, cuando se introdujo el cambio siguiente: “El Pabellón de la República se compondrá de los colores azul y rojo, colocados en cuarteles esquinados y divididos en el centro por una cruz blanca de la mitad del ancho de uno de los otros colores, y llevara en el centro el escudo de armas de la República”.

En el Art.98, de la Constitución del 1942, los colores son de nuevo modificados, al aparecer en el mismo de la manera siguiente: “La Bandera nacional se compone de los colores azul ultramar y rojo bermellón…”.

Es bueno señalar además que hasta el 1853 los cuarteles superiores eran azules y los inferiores rosados y que en nuestra legislación hay 23 disposiciones judiciales entre resoluciones, leyes y decretos relativos a la bandera.

En el mismo centro de la Bandera esta el Escudo de Armas de la Nación, cual corazón de la Patria.

Los pueblos antiguos no tuvieron escudos de armas pero si usaron escudos como protección contra las armas y en algunas ocasiones los mismos eran usados como armas, con el tiempo fueron pintados sobre los mismos representaciones de animales, plantas u objetos, con los cuales los hombres que lo portaban querían identificarse, al llegar las cruzadas, los ejércitos cristianos marcaron sus escudos con una cruz, como signo de Fé.

Estos escudos de guerreros, al llegar el medioevo, pasaron a ser como la tarjeta de presentación de sus poseedores, pues los mismos llevaban un dibujo o una leyenda que hablaba de las condiciones de su poseedor o de las proezas realizadas, escudo este que era colgado frente a la tienda (de campaña) en lo alto de una asta cuando se estaba en guerra y en la sala principal del castillo, en los tiempos de paz; su importancia llego a ser tan grande, que el tocar un escudo con una arma era una ofensa a su poseedor o la declaración de guerra entre dos señores feudales.

Es aquí en el medioevo, cuando se inicia el gran simbolismos del escudo de armas y donde los elementos que lo componen tienen un significado, que le va a dar a quien lo ve, una explicación de las cualidades o condiciones de su propietario, además en esa época son los reyes que establecen quien puede y quien no puede tener escudo, pero además dejar de ser prerrogativa de hombres la posesión de escudos, pues se le concede a villas y ciudades. A nuestra isla llegaron los escudos de armas en el año de 1508 cuando el rey Fernando le otorga escudo a la isla y a las villas de Santo Domingo, La Concepción, Santiago, Bonao, La Buenaventura, Puerto Plata, San Juan, Azua, Villanueva de Aquino, Vera Paz, Salvaleón, Santa Cruz, Salvatierra, puerto Real, Villa de Lares.

El escudo nacional, fue instituido por medio del Art.195 de la Constitución de San Cristóbal, que lo establece de la forma siguiente: “Las armas de la República son una cruz a cuyo pie esta abierto el libro de los evangelios y ambos sobresalen de entre un trofeo de armas, en que se ve el emblema de la libertad, enlazado con una cinta en que va l siguiente divisa, Dios, Patria y Libertad República Dominicana”.

La forma y los componentes de nuestro escudo de armas han tenido muchas variantes, las cuales son prácticamente imposibles de explicar sin el auxilio de dibujos; razón por la cual solo señalaremos que el emblema de la Libertad (gorro frígio) desapareció del escudo en el 1853; que la cruz que se menciona en el Art.195 de la Constitución de San Cristóbal, es en el 1848 cuando aparece, así como las 4 banderas enlazadas y las dos lanzas; la rama de laurel esta en el escudo del 1844 pero la palma es en el 1853 que se le agrega; las palabras Dios, Patria y Libertad y el Libro de los Evangelios están en el escudo del 1844, hasta el 1853 el escudo no tenia fondo, si no que los objetos eran montados sobre el blanco de la cruz; la cinta superior e inferior le es colocada en el 1857.
Hasta aquí hemos hablado de los símbolos patrios, sin embargo no hemos dicho nada sobre el respeto que le debeos tener a los mismos.

Siendo la bandera, el escudo y el Himno los emblemas que representan nuestra patria, debemos rendirle los mismos honores que le rendimos a nuestros progenitores y tener para estos símbolos todo el respeto que ellos merecen por la representación de todo el sacrificio de miles de hombres que padecieran por lograr la separación política de este estado de otros estados.

Cuando nuestros antepasados marchaban hacia los campos de batalla, llevaban consigo el emblema de la patria y entregaron su sangre por su honor, preferían perder la vida antes que verla en manos extranjeras o rodando por el suelo. Este amor patrio fue inculcado posteriormente en las escuelas a los estudiantes, y se cantaron las glorias de la patria y se honraron los símbolos patrios, pero esta veneración sufrió con la caída de la tiranía de Trujillo un fuerte golpe, el respeto a la bandera se perdió, el escudo rodó por los suelos en la consideración de la juventud y el Himno paso a ser una pieza musical de mal gusto.

Esta desconsideración a nuestros símbolos patrios encontró campo fértil en nuestras escuelas, donde las prédicas glorificaban enseña del paraíso de los obreros.
Hoy los Jaycees, en loable campaña nacional, toman en sus manos nuestros símbolos para elevarlos a la altura cívica que los mismos merecen, sin embargo, en su camino por los senderos del civismo ennoblecedor, poca ayuda material encuentran, y al decir poca ayuda material, me refiero al campo profesional al que pertenezco, al Magisterio, pues mientras todos nosotros, los maestros que laboramos en planteles privados y públicos no tengamos plena conciencia de cal es el gran valor espiritual que representan estos emblemas, no podremos transmitírselos a nuestros alumnos; y prueba de esto es el gran irrespeto que campea en nuestros estudiantado, por la Bandera, El Escudo y el Himno. Pruebas, pregunten a los estudiantes sobre estos símbolos, mírenlos caminar en las escuelas mientras el consejer iza o arría el pedazo de tela, excúsenme la Bandera, pero es que tantas veces lo he oído decir, véanlos caminar y conversar mientras se escuchar el Himno.

Pero gracias a los Jaycees, espero que el respeto y la veneración a nuestra Bandera, a nuestro Escudo y a nuestro Himno subirá, y esa Bandera que representa la Patria, a esa Bandera que consideran con tanto amor Maria del Carmen, Ma. Fca. Angustia y Manuela Estefanía en nuestra Vega, que se izara en este mismo solar el 4 de marzo del 1844, aclamada por las voces febriles de, entusiasmo de José Eugenio Espinosa, Juan Evangelista Jiménez, José Tavera, Bernardino Pérez, Juan Álvarez Cartagena, José Portes, José Gómez, Carlos Dandois y otros muchos mas; a esa Bandera que las tropas veganas ofrendaron su sangre en Santiago, Beller, Sabana larga, Talanquera, Arroyo Berejo y otros campos mas de gloria.

A esa bandera que nuestros hombre honraron en el Norte y en el Sur, que esa bandera que siguieron nuestras tropas en Talanquera sin temerle a la muerte, cuando en intrépido y temerario arrebato, ante el peligro de la derrota nuestro abanderado, el vegano Miguel del Rosario, penetra entre las huestes haitianas portándola, mientras gritaba vivas a la Republica y síganme los valientes.

Volverá a rendírseles los honores que merece, que el escudo volverá a ser el venerado corazón de la patria de los héroes desconocidos y el Himno la gran oración que escuchábamos y cantábamos urguidos de profundo respeto.

ñ ú í é

La Vega, 4 de marzo de 1987.

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