lunes, 27 de septiembre de 2010

EL CERRO DE LA SANTA CRUZ

Desde el inicio de la humanidad, el hombre ha sentido respeto y admiración por las alturas, odio y temor por las profundidades, en una ha situado a sus dioses biehechores, las almas de los héroes y de los hombres justos; en la otra, los demonios, las almas de los depravados y de los hombres injustos.
Hacia las alturas, dirigen su vista los hombres para implorar ayuda, a ella suben cuando les agobia el temor, el cansancio y la angustia. Salón

Una altura escogió Abel para darle gracias a Yavét, y una altura eligio Jehová para entregarle a Moisés las tablas de la Ley. En una altura se inmolo el Dios-Hombre para la redención del genero humano y una altura escogió el Gran Almirante de la Mar Oceana, Don Cristóbal Colón y Fontanarosa para plantar la Cruz de la Redención en el corazón de esta bella isla, Cruz que fue, es y será el símbolo de la fe del pueblo dominicano en el logro de un hombre mas compasivo, mas honesto, mas honrado, sin odios y sin rencores.

Esa Vera Cruz del Almirante, es el pórtico de la historia del Santo Cerro.

Lograda mediante las capitulaciones de Santa Fe, las condiciones mínimas requeridas por el marino genotes, Cristóbal Colón para organizar y realizar una expedición tendiente a la búsqueda de otra ruta a las tierras de las especies, los perfumes y las sedas, pasa a la pequeña aldea de pescadores de palos de Moguer, desde donde parte con un cargamento de ilusiones y una reserva de fortaleza espiritual fundamentada en una gran fe mariana.

Cada isla descubierta, cada islote o cayo encontrado, es una cuenta del rosario de esperanza que se desliza por los dedos intangibles de su creencia en una nueva ruta a las Indias, sin pasar por las tierras dominadas por los turcos y los árabes; en cada una de esas cuentas planta una cruz, cruz de fe, cruces de esperanzas en un sendero de aguas verdes-azuladas, de soles ardientes y brillantes, de lunas tímidas y coquetas, y en esa senda va recogiendo las señales de un mundo diferentes, son su equipaje de ilusiones materializada, es la ofrenda tangible para la reina de Castilla, Dona Isabel; es la cuerda que le permitió a Teseo salir del laberinto luego de matar al Minotauro, pero esta vez no es guía para el regreso a lo conocido, esta vez es el acicate para el retorno a lo desconocido.

Quisqueya, de nuevo tus playas que ayer solo conocidas por canoas y cayucos, reciben las visitas de naves extrañas, y de sus entrañas salen hombres de piel pálida, de rostros peludos; hombres que visten trajes de hierro, que llevan en sus manos el sonido del Turey y la lengua de Louque que mata, seres que unas vez andan con dos patas y que otras veces se agigantan y caminan con cuatro; y fieras que destrozan las carnes son sus dientes, ellos penetran en ti, y van dejando su marca, unas veces de sangre, otras veces de fe.

Marzo del 1494, sale el Almirante de la Mar Oceana de la Isabela con 200 hombres, 20 perros, luego de dividir sus tropas en dos grupos, uno bajo el mando de su hermano Bartolomé y el otro bajo su tutela, llegando hasta el cacicazgo de Magua, que es gobernado por Guarionex, lo somete y logra un permiso para construir un fuerte cerca del Guaricado a la orilla del Río Verde.

Varios días han trascurrido desde la llegada de los iberos a las tierras de Guarionex, desde un cerro, Colón contempla la Vega Real, como a dado el en llamar al valle que se pierde en el infinito frente a sus ojos; esta estático, la belleza lo a enamorado, es un verde lujurioso que hay a sus pies, bajo un techo azul brillante que es acariciado por nubes que parecen motas de algodón; palmas que se baten en duelo con el finalmente; guayabas, zapoteros, bijas, caimitos, guanábanas, mamey, copey, se abrazan formando tupida maraña; bejucos que aprisionan los brazos vegetales y que cuelgan formando hermosas cortinas naturales en el fronda; aves que cuales rayos multicolores cruzan el espacio con su batir de alas y que llenan el ambiente de una sinfonía poliarmoniosa, cuantas belleza a puesto el Dios de Paz en este lugar.

Atónito, perplejo, Colón quiere quedarse para siempre en ese edén terrenal, y decide marcar, señalar para la eternidad el lugar desde el cual contempla tanta belleza, y lo marca con el símbolo mas hermoso que tenia el hombre, la cruz de la fe, de la esperanza, del amor fraterno en que fue inmolado por la crueldad del humano el Dios-Hombre, Jesús.

La orden es dada, el teniente de navío Alonzo de Valencia la recibe (mas tarde retorno a la Concepción para vivir en la misma), debe tomar 20 hombres por escolta, marinos y carpinteros en su mayoría, con ellos derriba un árbol corpulento de los que hay en el alto y con la madera del mismo construir una cruz, con el tronco forma el larguero de unos 18 o 20 palmas (13 o 14 pies) y la mas gruesa de las ramas es la que va a formar el brazo de la misma.

Santo Cerro, Cerro de la Vera Cruz del Almirante, aquí entraste a la historia de Quisqueya, de América, del Mundo y de la Religión.

De esa historia tuya, son estos pequeños y humildes apuntes que hay traigo a vuestras consideraciones, para que recuerden las alegrías y penas, las glorias y las miserias de ese cerro que ser yerge en medio de la Vega Real de la Isla de Santo Domingo.

En estas anotaciones, no esta todo lo que debiera estar, falta mucho de la historia de este lugar; pero los datos son escasos y vivimos en el interior, solo los capitalinos tienen el privilegio de tener fuentes amplias a su alcance.

Plantada la cruz y no habiendo en esos momentos ningún sacerdote, ni iglesia, colon va todos los días al pie de la misma a orar y allí quiere que en el futuro se levante un templo en el cual se celebrar 3 misas cada día, la primera en honra de la Santísima Trinidad, la Segunda en honor de la Inmaculada Concepción y la tercera para los fieles difuntos, bella idea de un visionario renacentista.

Y la Vera Cruz del Cerro de la Vega Real recibe la visita de fieles que buscan salud y consuelo, su fama de milagrosa se ha expandido por toda la isla, es el calvario de los españoles penitentes, es el Sinaí de los que creen en un mundo de amor; los penitentes le otorgan ofrendas, son las muestras palpables del agradecimiento, lamentablemente , las mismas son mal usadas por ciertos clérigos inescrupulosos, que se apropian de ellas, y el escándalo es de tal magnitud, que los informes llegan hasta el rey de España Carlos V, quien da la orden al tesorero del obispo de la Concepción, que para esa época lo era Álvaro de Castro, de que tuviera cuidado en el empleo de las sumas que donaban los fieles así como con las demás ofrendas.

Para el 1525, Carlos V decide honrar también el la Vera Cruz del Cerro Santo de la Vega Real y ordena que durante 4 anos, tomen del dinero del rey 20 mil maravedíes, para ser usados en el ornato del lugar.

El mismo Carlos V, le escribió al Papa Clemente III, hablándole de los milagros que la Vera Cruz hacia, y suplicándole autorizar la devoción de los fieles y la otorgación de indulgencias a los que fueran al lugar en peregrinación e hicieran algunas ofrenda.

Los peregrinaciones se llegaban regularmente al Cerro de la Vera Cruz, y los peregrinos querían llevar consigo un recuerdo de su paso por el mismo, razón por la cual arrancaban pedazos a la santa reliquia, razón por la cual, Carlos V ordeno su traslado a la Concepción de La Vega, para su protección bajo la tutela del obispo de la misma, para esto se confecciono un trabajo de filigrana en plata para guardar la misma, este relicario debía ser depositado bajo 3 llaves, una de las cuales la tenia el deán o decano del cabildo, el canónigo mas antiguo y el mas antiguo prebendado, en una de las capillas de la catedral de la Concepción; pero oigamos lo que al respecto nos dice Fray Luís Jerónimo Alcocer en el 1650; “Al principio se cortaban con gran veneración y llevaban algún sacerdote que lo hiciese y todo lo que cortaban volvía a crecer, as después que con codicia de tener reliquias subían al cerro y con hachas, machetes y cuchillos coraban cada uno lo que quería, falto este milagro y empezó a disminuir de manera que siendo tan alta, grande y gruesa, no ha quedado hoy mas de una Cruz de tres cuartos de largo y de media vara dos brazo y será como de 4 dedos de ancho, viendo que se iba desminuyendo tanto la trasladaron a la iglesia catedral de La Vega y guardaban con 3 llaves, porque es tradición en esta tierra que tanto ha de durar la isla como durase esta Santa Cruz; mas, no le valió esta diligencia y guarda contrae uno de los prebendados de aquella iglesia, que se llamaba canónico Juan Díaz de Peralta, este canónigo, después que totalmente se unió la catedral de La Vega a la Metropolitana de esta ciudad de Santo Domingo, y los prebendados de aquella iglesia pasaron a serlo de esta, siendo uno de los que vinieron a se prebendados de esta iglesia, tuvo traza como traer escondidamente de la Santa Cruz de la Vega a esta ciudad de Santo Domingo el ano de 1606, adonde la recibieron con gran fiesta, y cada año el Cabildo Eclesiástico a su costa se la hace el día de la Invención de la Cruz, a tres de mayo”


Para el 1535 aun se encontraba en ese sitio, de lo cual da fe el cronista de Indias Gonzalo Fernández de Oviedo, cuando siendo gobernador de la ciudad de Santo Domingo redactaba el tercer libro de su Historia Natural de las Indias y en el 1539 mediante una Real Orden de fecha lo de agosto, ordena hacer un humilladero para la cruz de La Vega, de modo que este cerrada y con mas devoción.

Ya para esa época existía en el Santo Cerro una iglesia y un convento.

En el 1562, al ocurrir el terremoto que destruyo la Concepción de La Vega, la catedral se desplomo y solo la capilla de la Vera Cruz resistió, así como el convento de los franciscanos, el cual habia un pedazo de la misma, tomándose estos dos prodigios como milagros de la cruz.

Luego del terremoto, la cruz paso a la nueva Vega, y uno de los canónigo encargados de su custodia la tomo y transporto a escondida a Santo Domingo en el 1606, tal como nos lo relato el fraile Luís Jerónimo Alcocer. En Santo Domingo cada año con motivo de las festividades de la Invocación de la Cruz (3 de mayo) le celebran grandes fiestas, teniéndola colocada en el Tabernáculo donde esta el Santísimo Sacramento en el Altar Mayor, sacándola solo el Viernes Santos.

Parece ser que luego retornada la cruz a La Vega, pues en el 1707, Juan Díaz Peralta, un canónigo de la catedral de Santo Domingo, se la llevo sin permiso, pidiendo el cabildo vegano su retorno.

Documentos diversos nos informa que al sacar la Vera Cruz en el hoyo que quedo pusieron otra cruz, años mas tarde los mercedarios pusieron esta cruz en un altar, dejando el hoyo descubierto (de dicho hoy los devotos sacaban tierra como reliquia y la tomaban con agua para lograr la curación de diversas enfermedades) hasta que Monseñor Juan Antonio Flores Santana, Obispo de la Concepción ordeno su cierre.

Entre 1615 y 1617, el canónigo Francisco Mancera Talaverano, ordeno engarzar la cruz en plata.

Poco sin embargo he dicho del sitio, y es debido a que los libros y documentos hablan mas de la cruz, que del cerro de la cruz; lugar que para el 1608 solo tenia un bohío con dos frailes analfabetos.

Hasta el 1842 existió en el Cerro una iglesia y un convento de mampostería y techo de tejas, en el cual habia tres religiosos mercedarios, los que eran enviados desde el convento que existía en Santiago, en ese año un terremoto destruyo ambas edificaciones, luego fue edificada otra iglesia, pero menor que la anterior, la cual fue destruida casi en su totalidad por un huracán en el 1869, quedando un armazón que existió hasta el año de 1882.

En el 1884, el cerro de acuerdo al padre Rafael Zeledón, tenia unos 40 bohíos ordenados en una callecita y los cuales dan albergue a 135 habitantes, una gran parte de ellos tullidos, ciegos y ancianos, que viven de las limosnas, el mismo Celedón informa que el 3 de mayo del mismo año, saco en procesión una reliquia de la Vera Cruz, en forma de cruz incrustada en oro, como de 3 o 4 pulgadas de largo. Nos habla además del nacimiento de varias corrientes de agua de las cuales las más importantes son: Agua Santa que nace, según decires de la gente, al pie del níspero de que se formo la cruz; la Isabela y Chancleta, dejando estos versos también:

Chancleta que mejor fuera
si hubiera quedado anónimo,
o con nombre mas de acuerdo,
con la virtud que atesora
de trocar en pura piedra la
superficie que toca.

Retornemos algunos años, para el 5 de mayo del 1680, Domingo Fernández de Navarrete escribe en Santo Domingo unas Noticias de la Isla Española, en las cuales dice que la Santa Cruz de LA Vega se guarda en el Sagrario del Altar Mayor de la Catedral, y no en la iglesia de San Francisco como escribieron en Madrid, además informa que no se ha podido averiguar hasta el momento de que clase de madera es.

El mismo Fernández de Navarrete nos dice que el 21 de abril de 1679, hay en el Santo Cerro, un convento con un religioso.

Unas disposiciones del cabildo de la Catedral de Santo Domingo, que le son señaladas el 13 de octubre de 1683 al Arzobispo Fray Domingo Fernández de Navarrete, nos dan una idea sobre la importancia del culto a la Vera Cruz, pues entre las mismas encontramos el siguiente señalamiento sobre los repiques de campana en las fiestas que celebra el cabildo: Son 3 al año, una el día de la Ascensión, otra el día del voto a la Concepción de Nuestra Señora y la tercera de la Santa Cruz por la preciosa reliquia de La Vega.

El 10 de agosto de 1690, Fernández de Navarrete informa que el convento del Santo Cerro tiene 2 curas, pero que llego a tener 10 y 12 y que los franceses (invasión de Tarin de Cussy en el 1689) le habían quitado un hato de 20 mil reses y 20 esclavos así como otro hato pequeño, que le quemaron 59 pesos de su renta y que con la quema de Santiago perdió otros 50, pero que le quedan 29, y otros 15 de un rancho de ganado de cerdo.

El Dr. Domingo Pantaleón Álvarez de Abreu, que fue Arzobispo de la isla en el 1738, escribió una “Compendiosa Noticia de la Isla”, en la cual señala que en el Santo Cerro hay un convento de religiosos mercedarios con 3 frailes, conservándose en la parte de la Santa Reliquia, señala además que no se ha cerrado debido a la vigilancia de su Providencial, Fray Diego Rendón; agrega además que en una capilla de la iglesia hay un hoyo, en el cual estuvo plantando el Santo Árbol de la Cruz y del cual sacan tierra para remedios de todas las enfermedades.

Siendo Fray Mateo Álvarez, comendador del convento del Santo Cerro en la década del 1770 al 1780, recibió la visita pastoral del prebistero Juan Caballero Terreros quien realizaba visita pastoral en punto a censos y capellanías, como consecuencia de esta visita, el convento estuvo a punto de ser cerrado.

El 10 vendimiario del año VII (1 de octubre de 1797) el agente francés Roume, le escribe a la Comisión del gobierno francés de la isla de Sotavento un informe del cual extraemos el siguiente párrafo: “No olvideis, Ciudadanos Agentes, cuando hayáis visitado la antigua Concepción de subir a la montaña, no os costara mas que un cuarto de hora de camino a caballo. Llegados a la cumbre, hallareis un muy lindo hospicio de frailes de Merced, yo dejo a ellos que os cuenten la historia de un famoso milagro sucedido en el mismo pasaje y me limito a deciros que desde este hospicio no podréis privaros de estar en éxtasis por las perspectivas de La Vega Real, de las colinas, valles y montañas alrededor de vosotros. Este punto de vista deve ser muy sentido y yo emprendería vanamente daros la idea por una descripción aunque fuera de lo mas pomposo”.

Con motivo del tratado de Basilea (cesión total de la isla a Francia), el 6 de noviembre de 1795, el Arzobispo Fray Fernando Portillo y Torres, le escribió a los sacerdotes de las iglesias, parroquiales, a los capellanes tenientes de las iglesias o ayudas de parroquias, capellanes de hospitales y sus ayudantes, diciéndoles que la mas apreciable y joya mas preciosa de la Primada y Metropolitana Iglesia es la Santa Cruz de su Primacía del Santo Cerro, la cual él desea que sea conducida y depositada en la catedral de La Habana, para que allí la custodien con la veneración que se merece.

El francés Dorvo Soulatre, realizo en el 1798 un viaje desde Santo Domingo al Cabo Francés (Haití), de este viaje el hace un relato en el cual incluye el Santo Cerro, diciendo del mismo lo siguiente; “Tiene un convento o santuario, cercado con dátiles, membrillos, palmiches, bananeros y otros árboles, siendo estos cultivos la obra de dos religiosos, los cuales tienen 3 negros como ayudantes y en algunas ocasiones, algunas mujeres a las cuales le pagan”.

En su relato Dorvo, habla además de un gran árbol de zapote y un aceituno, los cuales fueron sembrados hace ya muchos años, siendo el aceituno más grande que el europeo, pero que no produce frutos.

Al lado opuesto del aceituno, hay una cruz, y detrás de esta una iglesia muy bonita que guarda un objeto singular, un montón de tierras amarilla, que esta encerrada en un hoyo practicado en una de las capillas, teniéndose esta por traída de Jerusalén, del lugar en que estuvo plantada la cruz de Jesús, habla Dorvo además de un pedazo de la cruz plantada por Colón.

Nos habla también de las pinturas que tienen las paredes interiores, las cuales son muy antiguas y están en malas condiciones una de estas describe una batalla, dada por españoles e indios, viéndose Cristóbal Colón y sus oficiales en primer plano. Frente a estos se ve el mismo Colón que hace construir un fuerte y rinde acción de gracias a Dios. Al fondo, esta representado el milagro de las flechas rechazadas por la Virgen.

Este milagro, de acuerdo a Dorvo, aparece también representando en la puerta de la iglesia y encima del Altar Mayor. Contiguo a la iglesia esta el convento que tiene un patio que forma una bella terraza, desde la cual se contempla el valle de La Vega.

En el 1805, el fraile Agustín Hernández se llevó la reliquia de la cruz para Santo Domingo, siendo tiempo después devuelta a La Vega

Fray José Maria Bancho, Comendador de Santiago, en un informe fechado el 6 de septiembre de 1820, de que el convento del Santo Cerro, “es el primer monumento del Descubrimiento de América y al miso concurren en romería desde todos los rincones”.

En el 1822, el padre Pablo de Amezquita, le dice el gobernador haitiano de La Vega, general Plácide Lebrum, en unas memorias, que de la Santa Reliquia habían 3 partes muy conocidas en la isla. Una en el Santo Cerro. Otra en la ciudad (La Vega) y otra en la catedral de Santo Domingo. La del Santo Cerro tendría unas 7 pulgadas de largo, estaba forrada de plata calada por sus dos frentes, estando colocada en la misma capilla del Santo Hoyo.

Esta reliquia de La Vega fue rescatada, cuando por orden del general Leclerc, el Santo Cerro fue despojado de sus riquezas, así como los demás conventos.

El 7 de agosto del 1880, Monseñor Roque Coochio, coloca la primera piedra de la actual iglesia, siendo el alarife Onofre de Lora, el encargado de dirigir los trabajos de la misma es preciso señalar que para edificar el templo, Onofre destruyo parte de las ruinas de la Concepción, de las cuales tomo ladrillos y tejas.

Años después, 1892, cuando el patriota cubano José Martín visito nuestro país, realizando en septiembre un recorrido por la región del Cibao (Dajabón, Monte Cristi, Santiago y La Vega), tocándole visitar La Vega el 15 del mismo mes, pero antes de entrar en la misma, hace que su guía, Ortiz, lo lleve al cerro donde Colón planto la cruz, y en la iglesia al lado del Santo Hoyo, medita profundamente, “porque es sitio de meditación y recogimiento”, según dice el mismo Martín.

Monseñor Meriñe, nos dice q principios del presente siglo, se hicieron 3 partes de la cruz, una que quede en la catedral dentro de una gran cruz, una que quede en la catedral dentro de una gran cruz de plata, otra parte fue llevada y depositada en la catedral de Sevilla, y la tercera parte fue enviada a Roma.

Hemos hablado sobre la cruz, el lugar, el templo y el convento, pero nada sobre el culto, del cual traemos ahora algunos informes.
En el 1616 las Mercedes fue proclamada única patrona de Santo Domingo y ese mismo año se pidió que la festividad fuera el 24 de septiembre, pero no fue hasta el 1740, cuando mediante una Real Cedula del 14 de agosto, el rey de España dispone que el 24 de septiembre sea declarado Fiesta de Tabla en la isla.

Es bueno señalar sin embargo, que en el 1514 hay mercedarios en la isla y que en el 1516 estuvo en Santo Domingo Fray Bartolomé de Olmedo, quien año después fue capellán y consejero de Hernán Cortes en México.

El culto a Nuestra Señora de la Merced Redentora de los Cautivos, tenia efecto en dos fechas distintas, una el 8 de septiembre, que era la fiesta del voto (misterio de la natividad de la Merced) y otra el 24 del mismo mes, el padre Diego Rendón Sarmiento quiso que ambas celebraciones se unieran, razón por la cual solicito al rey que autorizara por medio de una Real Cedula el traslado de la festividad del voto, a la cual accedió el mismo mediante Real Cedula del 14 de agosto del 1740.

Hoy un culto a las Mercedes se extiende al igual que ayer por toda la isla, siendo patrona de las comunidades de Azua, Baní, Cabral, Cabrera, Constanza, Diverge, Hato Mayor del Rey, Imbert, Jánico, El Llano, Nizao, Pimentel, Sabana Grande de palenque, Santa Bárbara de Samaná, Santiago Rodríguez, Yaguate, Yamasá, San Rafael del Yuna y la Republica, entre otras.

Como rareza debo añadir, que en la actualidad en el Santo Cerro no hay ninguna cofradía de las Mercedes, pero que anteriormente si la habia, el 22 de noviembre de 1880, era director y fundador de una cofradía el Prebistero Juan Márquez y Bennazar, la cual tenía reglamentos.

En los Boletines Municipales de La Vega se señalan unas elecciones en esta cofradía, en las cuales fueron electos Félix Rodríguez como Mayordomo; Gregorio Rufino y José de Pena segundo y tercer asistente; Manuel Prieto, capiller; Rufino Rodríguez, Enemencio Sánchez, Wenceslao Almonte y Rudesindo Bueno conciliarios y Juan Márquez, Tesorero.

Esta cofradía desapareció cuando el sacerdote Juan Márquez fue trasladado a San Francisco de Macorís.

La primera referencia que hemos encontrado sobe la tenencia de tierras en el Cerro de La Vera Cruz, la encontramos en una Real Cedula fechada el 22 de abril de 1561, en Toledo, mediante la misma se le conceden 8 mil hanegadas de tierra al convento para el mantenimiento de los religiosos del Santo Cerro, esta Real Cedula la establece el Rey Felipe debido a que los vecinos de La Concepción son muy pobres y no pueden socorrer a los frailes.

Sin embargo, no es hasta el 1613, en que los frailes toman posesión de dichos terrenos, los cuales median 2 mil halagadas por frente, quedando el convento en el centro de la propiedad (en Castilla igual a 64 áreas y 596 miliáreas, una área son 100 metros cuadrados, la tarea tiene 628.9634 mts.2).
Los límites fueron establecidos de la manera siguiente: empezando en las cabezas o nacimientos del arroyo nombrado San Francisco, siguiendo arroyo abajo hasta la falda de la loma de dicho nacimiento, que es la llano de la tierra, prosiguiendo puesta la cara nordeste hasta ir a dar al Río Verde, y después corriendo a Río Verde abajo hasta ponerse leste oeste en el nacimiento del arroyo Piralejo, y de dicho Piralejo, mirando por derecho a la roca de una quebrada honda (Juan Gabriel) que esta dentro de la loma en donde esta situado el convento, y la loma de enfrente, que esta a la parte del poniente, dicha quebrada arriba hasta la cabeza de dicho arroyo, San Francisco”.

El 23 de noviembre de 1738, Fray Diego Rendon Sarmiento, salio de La Vega para tomar posesión de nuevas tierras donadas al convento de los frailes mercedarios, nos dice el frayle Diego: “puesto en la cabezada de San Francisco, de donde siguió aguas abajo, hasta llegar al Río Verde cuyas aguas siguió hasta ponerse leste oeste con el nacimiento de Piralejo, para luego seguir por Juan Gabriel hasta llegar a San Francisco, al día siguiente rectifico el recorrido, tomando del paso de Hincha en Río Verde, río arriba, hasta llegar al paso Real de Santiago (para esa época, boca del arroyo de Burende), siguió ese camino real Santiago-La Vega, hasta el paso del arroyo Guaco, siguiendo por las faldas de las lomas llamadas Blás Martín (Las Martínez) hasta llegar a Piralejos.

Durante la dominación haitiana fue promulgado el llamado Código Rural (1 de mayo de 1826) mediante el cual fueron confiscadas las grandes propiedades y por lo tanto, las tierras confiscadas las grandes propiedades y por lo tanto, las tierras del convento corrieron la misma suerte, pero aun hoy, la iglesia posee las tierras del Santo Cerro las cuales alquila a los moradores del mismo por la suma de 1 peso anual.

Solo nos resta darle algunas pinceladas al siglo XX. El cementerio que ya existía para el año de 1909, paso en mayo del 1910 a la protección del padre Braulio Echavaria, el mismo que en ese año le solicita al Cabildo vegano ayuda económica para terminar el arreglo de las cuestas del Camino del Santo Cerro, ayuda que fue aprobada por los regidores en la sesión ordinaria del 3 de mayo; prelado que en el 1917 (septiembre) pide que se nombre un Jefe de Orden para el santo lugar.

Los habitantes del lugar también deben comer, pues solo de oración no se puede vivir, es por eso que en abril del 1911 encontramos que Lino Duran, Tomas Pena y Ángel Collado son dueños de pulperías, venderían roquetes a los peregrinos.

Primero de julio de 1919, llega el Padre Fantino al Cerro para hacerse cargo de la parroquia, abriendo el 10 de ese mismo mes el colegio Padre Las Casas. Y el 26 de febrero del 1921 escribe una declaración para realizar la erección del Vía Crucis.

El colegio Padre Las Casas en un primer testamento del padre Fantino fue legado a Plácido Delgado (de Jarabacoa); Remigio Almonte (Río Verde); José Ventura (Soto); Martín Herrera (Jamo); Cristobalina Holguín (La Mara); Dominga Concepción (Licey); María García (Puerto Plata); Luisa Alejo (Liceo) y María García (Jarabacoa), pero después vario su testamento y los desheredo a todos.
La primera maestra de la escuela publica lo fue Altagracia G. de pierna, que de acuerdo a los reporte de los señores inspectores de educación era muy buena maestra, ella tenia en el 1922, 101 alumnos repartidos de la manera siguiente, en primero 57, en segundo 37 y en tercero 7, de estos 43 eran varones y 48 hembras, sabiendo leer y escribir 92 de estos estudiantes.

El 9 de marzo del 1941, fue inaugurado el seminario menor Padre Fantino en el Cerro.
En el 1949, 27 de febrero, es inaugurado el acueducto del lugar; en el 1956 tienen lugar dos acontecimientos, la inauguración de la casa-hogar, hoy colegio Nuestra Señora de las Mercedes y la salida al aire de Radio Santa Maria.

El 28 de marzo del 1965 es inaugurado el orfanato para niñas pobres en el edificio donado por el Dr. Heriberto Pieter y el año que le sigue la Casa de Cursillo antiguo seminario menor es abierta.

En el 1948, el Santo Cerro fue elevado a la categoría de parroquia, con el padre Cipriano Rodríguez como párroco, el primer libro de bautismo fue iniciado el 8 de agosto de ese año y terminado el 3 de mayo del 1949, con un total de 1012 partidas, la primera persona asentada en el mismo lo fue Juan Francisco Sánchez y Romero, que recibió las aguas de Eloy Mariscal, el cual caso con Ma. Antonia Valdez el 19 de julio del 69 en el Cerro.
La primera boda en la parroquia fue efectuada el 13 de agosto del 1948, como testigo eclesiástico figuro el Padre Ciprián Rodríguez, siendo los contrayentes Manuel Ramón Batista de 75 año y Maria Olimpia Pérez de 50 año, los contrayentes, que legitimaban su union libre; la segunda boda fue la de Domingo Antonio Núñez y Rafaela Antonia Núñez, el de 26 años y ella de 19 años.

Hoy el Santo Cerro tiene, una escuela primaria-intermedia, el Colegio Nuestra Señora de las Mercedes con educación desde el pre-escolar hasta el bachillerato; Taller de costura, Dispensario; escuela de economía domestica, centro de promoción y capacitación, respaldado por mas de 30 asociaciones campesinas, puesto policial y de correos, casa de Cursillos de Cristiandad, emisora en F.M., centro comunal, y acueducto.
Y un remanso de paz, con un paisaje que aun hacer extasiad a los seres que desde el contemplan el valle de La Vega Real; Santo Cerro, Cerro de la Vera Cruz del Almirante de la Mar Oceanía, en ti se conjugan el silencio del santuario solitario, con la algarabía de la plaza festiva en el día de la Merced.

Voces de roqueterios afanosos y de mendigos plañideros, rumor de viento entre la fronda, trinar de aves entre los ladrillos centenarios letanías armoniosas escapadas de las gargantas de las hermanas frente a la imagen de la Merced, monótono batir de tambores que resuenan en las modernas bocinas de los equipos etéreos.

Tradición centenaria, modernismo transformarte, union de lo espiritual con lo material, se funde en ti, Cerro de la Santa Cruz. Hasta cuando serás el símbolo primario de la fe Mariana en el Nuevo Mundo, el lugar que embriaga con la visión de un valle lujurioso que se pierde en lontananza, con seres alados que cruzan raudos por el espacio para anidar en las ramas de tus árboles o en los penachos de tus airosas y orgullosas palmares, visión de luciérnagas en las noches oscuras, espectros de ciudades en las noches de luna, copo de algodón en los amaneceres húmedos, repiques de glorias, con salves campesinas y tambores haitianos en las fiestas de las Mercedes.

Cerro de la Cruz del Colon, Tradición y religión.



23 de mayo de 1983.

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